La Dirección General de Patrimonio Cultural restaura una obra del siglo XVII de ‘San Juan de Dios’ custodiada por el Museo de Arte Sacro de Lanzarote, en la Villa de Teguise, que se encontraba en mal estado de conservación. Esta pintura sobria de autoría desconocida fue pintada en óleo sobre soporte de tela de lino y está enmarcada con una moldura antigua en ocre y negro.

La obra del patrón de la Enfermería presentaba un mal estado de conservación debido a las condiciones medioambientales que había venido soportando, con una elevada humedad relativa constante, y también por varias intervenciones incorrectas y otras innecesarias. De hecho, el cuadro había sido intervenido al menos en tres ocasiones dado el grado de polimerización de los materiales añadidos.

La restauradora y conservadora de bienes culturales, Beatriz Galán, pudo comprobar que la obra fue entelada y colocada en un nuevo bastidor, se repintaron zonas del hábito al óleo, también se había limpiado y barnizado, además de encontrar repintes oscuros al óleo.

Sin embargo, esta nueva intervención se ajustó a los principios básicos en materia de conservación que consisten en la compatibilidad con los materiales originales, el respeto por el original, la intervención mínima a nivel de conservación curativa, reversibilidad de la intervención y que el resultado sea discernible.

Antes de empezar la intervención, Galán realizó un estudio de flourescencia visible inducida con luz uva que consiste en la toma de fotografías con un foco de luz emisor de radiación ultravioleta, “con la finalidad de poder documentar exactamente la localización de los repintes, así como ver la densidad, antigüedad, el reparto de la capa de barniz presente, rastro de brocha, etc.”, especifica la restauradora.

La intervención en el soporte de tela consistió en la retirada del entelado, la limpieza del reverso que contenía restos del adhesivo para entelar, la consolidación de las fibras para devolver la elasticidad y resistencia mecánica al soporte y se colocaron parches, hilos e injertos. Además, la excesiva humedad sufrida por el soporte textil debido, sobre todo, a la retención permanente de agua en la cola del entelado que tenía, hizo necesario la colocación de un nuevo entelado o reentelado, pero mediante otros materiales y procedimiento para que fuese fácilmente reversible.

El bastidor tuvo que ser desinsectado, limpiado químicamente, consolidado y se rellenaron las grietas y agujeros para reforzar la estructura y mejorar su aspecto, entre otras acciones. En lo que se refiere al marco, lo más grave era el ataque de insectos xilófagos por lo que se optó por la eliminación de la madera porosa y degradada para hacer injertos de madera contrachapada que es mucho más flexible y resistente a nuevas infestaciones biológicas.

En cuanto a la capa pictórica, se llevó a cabo una limpieza superficial de restos de cola y suciedades, además de otra limpieza química de barniz y eliminación de repintes. Se realizó también una operación encaminada a rellenar con un estuco las lagunas existentes en el estrato pictórico “para devolver a la capa de preparación su continuidad y recibir posteriormente la reintegración cromática”, concreta Beatriz Galán.

Cabe destacar que la reubicación en pared no se realizará hasta que no se haya panelado debidamente el muro en el que se encontraba, de forma que la obra quede separada de él, una condición en la que ya se está trabajando desde el Museo de Arte Sacro de Lanzarote para que la pieza vuelva a ser expuesta lo más pronto posible.