El Iberostar Tenerife exprime su carácter competitivo

Un triunfo a pico y pala. El Iberostar Tenerife superó este sábado noche a un buen Hereda San Pablo Burgos (84-79), tras firmar otro partido de muchísimo mérito. El grupo de Txus Vidorreta tiró de carácter y exprimió la fortaleza del bloque para sobreponerse a un señor equipo y salvar el contratiempo que supuso la ausencia de Aaron Doornekamp.

Sin el concurso del alapívot canadiense, con una contusión severa en la rodilla derecha sufrida a finales de semana (pendiente de pruebas para valorar el alcance definitivo) y con las consabidas bajas por lesión de los Todorovic, Yusta, Díez y Bogris, el Canarias volvió a demostrar que compite contra viento y marea.

La magia desde la dirección de Marcelinho Huertas, otro partido inmenso de Gio Shermadini (30 de valoración), las oportunas apariciones de Sasu Salin o Tyler Cavanaugh y, sobre todo, el buen hacer atrás de todo el bloque y el oficio para leer el partido y llevarlo a su trinchera, desde otra gran noche el tiro exterior (8/14), explican en partido una nueva alegría aurinegra, la duodécima en lo que va de curso ¡en trece partidos!

El partido nació con el San Pablo Burgos muy fallón desde el perímetro y obsesionado en lanzar desde el 6,75 (1/8 de inicio pese al 0-3 de Horton); mientras que Gio Shermadini marcaba territorio en la pintura y permitía a los anfitriones coger las riendas del choque (12-3). Sin embargo, los visitantes dieron un paso al frente en defensa y firmaron un parcial de 0-14, metiendo muchas manos atrás, aprovechando los palmeos de Kravic y el atasco circunstancial de los laguneros (12-17).

Fue entonces cuando la calidad de Huertas hizo de punto de inflexión para devolver el partido al redil de los aurinegros. El brasileño movió a los suyos con fluidez, Gio siguió desquiciando a sus pares y los tinerfeños alcanzaron el receso por delante en el electrónico (34-33).

Tras el paso por vestuarios la incidencia de Marcelinho fue aún mayor. Los de Vidorreta leyeron bien el partido, aprovecharon cualquier resquicio y cogieron una renta que llegó a ser de trece puntos al inicio del último cuarto (64-51). Pese a todo, el grupo de Joan Peñarroya no se rindió nunca. Aún con su batería de exteriores por debajo de sus prestaciones habituales, los visitantes encontraron argumentos para agarrarse al encuentro hasta el final.

El buen hacer de Kravic, el orgullo de Rabaseda o la calidad de Benite amagaron en más de una ocasión con la remontada, pero el Canarias se mantenía firme (74-63 y 79-70, tras sendos triples de Salin y Cavanaugh) y no dio pie a que la reacción burgalesa fuera más allá. El temple aurinegro en la recta final y el buen trabajo atrás acabaron de materializar la duodécima alegría del curso. Una alegría con muchísimo mérito detrás a tenor de las dificultades del desafío de hoy.