El Cabildo de Tenerife, a través del Área de Medio Natural y Seguridad, ha instalado más de 6.000 cebos de control de las termitas subterráneas (Reticulitermes flavipes) en las zonas afectadas en los municipios de Tacoronte, La Laguna y Arona. Estas instalaciones van cargadas con biocida y otras son solamente testigos para delimitar un perímetro de acción de la especie.
Así lo ha indicado el presidente del Cabildo, Pedro Martín, en una rueda de prensa celebrada en la mañana de hoy para dar cuenta del estado de los trabajos de erradicación de esta especie introducida en la isla en la que estuvo acompañado por la consejera de Gestión del Medio Natural y Seguridad, Isabel García y el responsable de la empresa Tragsatec, Juan Pestano.
“Durante el estado de alarma estos trabajos no se han paralizado, debido a que desde el Cabildo los consideramos como esenciales, así que durante estos meses se ha seguido trabajando instalando los cebos, como parte del plan de acción contra esta plaga”, indicó el presidente, quien añadió que, además “los equipos de la empresa Tragsatec han revisado más de 240 viviendas particulares en la zona”.
“Estimamos que a la finalización del actual encargo superaremos ampliamente los 9.000 puntos de control. Y éstos son objeto de una monitorización continua en campo, mediante herramientas de geolocalización. Concretamente se ha desarrollado una aplicación exprofeso para el proyecto que se ha instalado en equipos GPS de alta precisión, lo que nos permite controlar en tiempo real el avance de los trabajos y la efectividad de los mismos”, indicó el presidente.
Por su parte, la consejera de Gestión del Medio Natural y Seguridad indicó que estos trabajos que se han “puesto en marcha con la entrada del nuevo equipo de Gobierno al Cabildo han sido programados y refrendados por una comisión técnica formada por representantes de la consejería de Agricultura, Servicio de Sanidad Vegetal, Instituto Canario de investigaciones Agrarias, dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias además de Universidad de La Laguna e Instituto de Productos Naturales y el servicio de Agroecología del CSIC”.
“Con la instalación de cebos con biocida ya hemos podido constatar que las colinas se están viendo afectadas en su desarrollo, lo que da un indicador de efectividad, aunque todavía es pronto para sacar conclusiones”, apuntó Juan Pestano. Pero quizá, lo más importante de todo este proceso, apuntó la consejera “es concienciar a la población de que la dispersión de la plaga se produce por la acción del ser humano, por lo que hay que extremar los cuidados en la gestión de propágulos contaminados de la zona y depositarlos en las parcelas de acopio, situadas en Parque Atlántico en Tacoronte y en Valle Guerra en La Laguna”, dijo
Estos trabajos llevados a cabo se estructuran en cuatro fases, tres las cuales son coincidentes, la primera de ella es de contención, a esta le sigue una de control, que está en marcha en la actualidad y que será continuada con la llamada fase de erradicación una vez controlada la plaga, en la cual se incidirá en la colocación de cebos en aquellas zonas donde no se haya actuado en la fase 2 y en el refuerzo de lo aplicado en la misma. Y por último tendrá lugar la fase de monitoreo y control, que será la más larga en el tiempo, y que se prevé un mínimo de cinco años.
En cuanto al tratamiento de residuos de madera y vegetales, “los afectados deben llamar al teléfono disponible para el servicio 610 59 20 64 o mandar un correo electrónico a info.termitas@tragsa.es y desde el servicio se gestiona la recogida dentro del protocolo establecido por el Cabildo. El material se acopia en bandejas metálicas, hasta que es astillado in situ. Una vez el volumen es el adecuado se procede al triturado de restos con una astilladora forestal, y ese material resultante se deposita en bandejas metálicas sin contacto con el suelo y tratado con químicos mediante una fumigación. Pasados unos días se verifica que no hay presencia de termitas y el material de retira por gestor autorizado. En ningún caso se realizan quemas de restos en áreas urbanas, debido a la presencia de pinturas y barnices que pudieran emitir dioxinas.