Rosario González, concejala de Acción Social del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, sostiene que el municipio “dispone de una Red de Atención a Personas Sin Hogar, conformada por un conjunto de asociaciones y entidades, tanto públicas como privadas, que atienden e impulsan de una manera guiada la integración de las personas sin hogar del municipio, precisamente uno de los colectivos que presentan una más clara exclusión social”.
“Esta suma de entidades –aclara González- presta servicio al colectivo más vulnerable de la ciudad y tienen como objetivo favorecer la integración social mediante la cobertura de necesidades básicas e higiene, alimentación y vivienda, así como el asesoramiento, apoyo y acompañamiento, promoviendo y realizando acciones que favorecen y potencian el valor de la dignidad de manera integral”.
Esta coordinación de entidades y recursos permiten trabajar las diferentes dimensiones y necesidades de la persona, como la salud, el empleo, las relaciones familiares, etcétera, e influyen muchos factores como problemas económicos graves, problemas de salud mental o algún tipo de adicción, entre otros.
Entre los objetivos más significativos se encuentran -en caso de que la situación personal lo posibilite- la intención principal de llevar a cabo una integración guiada donde la persona sin hogar utilice la red de recursos de forma normalizada, con el fin de que se produzca el deseado encaje en la sociedad, máxime en esta época de pandemia, que a su vez ha traído una crisis social y económica notoria, donde la atención a todos los colectivos vulnerables se ha multiplicado.
En esta tesitura, el equipo de trabajo social del Centro Municipal de Acogida (CMA) argumenta en un escrito difundido en esta Semana de Personas Sin Hogar, que se celebra desde el pasado lunes, día 23, hasta este pasado domingo, día 29, un comunicado que expresa la situación actual en Santa Cruz, entre las que destaca su visión sobre “esta compleja realidad que coloca a las personas sin hogar nuevamente en una posición de doble vulnerabilidad, puesto que, además de experimentar una situación de extrema exclusión social, se ven más expuestas a los efectos del virus desde una perspectiva de salud y a nivel socioeconómico, todo ello enmarcado dentro de la incertidumbre y la desesperanza”, apuntan en su escrito.
Asimismo recalcan las habilidades y relaciones entre recursos y entidades que han desarrollado en estos meses de pandemia añadiendo que “se tiene la convicción de que las personas usuarias y profesionales han desarrollado nuevas habilidades y capacidades a partir de una experiencia tan compleja y atípica como esta”.
Igualmente, se presupone que se afrontaría de una manera más eficiente en el caso de que la vida volviera a poner en esta tesitura a este colectivo vulnerable. “Desde la perspectiva profesional –añaden los colectivos que trabajan en el CMA-, ha surgido una oportunidad que se debe aprovechar para sistematizar toda la práctica profesional desarrollada”.
Por ello, es notable el registro de los métodos y procesos de intervención y de desarrollo de los servicios para que se puedan revisar a futuro y mejorar aquellos que se requieran; la adaptación de todos los instrumentos diseñados e implementados; la consolidación de las relaciones, y los mecanismos de coordinación con los recursos de la red de atención a las personas sin hogar”.